domingo, 7 de abril de 2013

literatura hebrea

La literatura hebrea se puede dividir cronológicamente en doce periodos. La literatura hebrea antigua está compuesta principalmente por el Antiguo Testamento y los tres primeros periodos de la literatura estuvieron dedicados a la redacción de varias partes del Antiguo Testamento. En el primer periodo, que se extiende desde los primeros tiempos hasta el año 950 a.C., se escribió casi toda la parte poética del Antiguo Testamento. Entre los siglos X y VI a.C. se pusieron por escrito los libros que integran el Pentateuco o Torá, quedando así fijados unos textos que -al igual que en el resto del Antiguo Testamento- se habían venido trasmitiendo oralmente de generación en generación. Conviene recordar, no obstante, que los manuscritos más antiguos conservados son de época muy posterior. Al segundo periodo (c. 950-586 a.C.) pertenecen la mayor parte de narraciones históricas relativas a los reinos de Israel y Judá, algunos de los Salmos, y los oráculos de algunos profetas. Durante el tercer periodo (586-165 a.C.) se escribieron los libros conocidos en la Biblia hebrea como ketubim (hagiógrafos), específicamente Eclesiastés, Job, Proverbios, y gran parte de los Salmos. Muchos escritos apócrifos (deuterocanónicos según la denominación en las biblias católicas) también pertenecen a esta época y gran parte del Antiguo Testamento fue traducido del hebreo al griego por eruditos judíos residentes en Egipto.
En el cuarto periodo (165 a.C.-135 d.C.), el Midras, que se había empezado a escribir durante la cautividad de Babilonia, se dividió en dos partes, la Halaká y la Haggadá, por medio de las cuales se trataron temas teológicos y éticos, utilizando historias y anécdotas. Entre otras obras de esta época hay que citar los Escritos apocalípticos del Antiguo Testamento, incluidos los atribuidos a Moisés, al profeta Daniel, al patriarca Enoch, y al predicador y reformista Esdras; los Manuscritos del mar muerto, atribuidos a la comunidad monástica de los esenios; y los escritos del historiador Flavio Josefo. A este periodo pertenecen los targumim o versiones del Antiguo Testamento al arameo, idioma de uso común entre los judíos de esa época. Véase también Targum.
El Talmud
El mayor logro durante el quinto periodo (135-475) fue el Talmud. Se terminó la versión conocida como el Talmud de Palestina y comenzó a elaborarse la versión más importante del llamado Talmud babilónico. En el sexto periodo (470-740) se terminó el Talmud babilónico, se reunieron las primeras narraciones denominadas Haggadot (plural de Haggadá) y se creó la Masora, es decir, las anotaciones realizadas por ciertos rabinos al texto hebreo de las Escrituras.
En el séptimo periodo (740-1040), se recopilaron los primeros libros hebreos de oraciones (c. 880), y se escribió el primer diccionario del Talmud (c. 900). En esta época apareció el Séfer ha-Mitzwot (El libro de los Preceptos), que pregonaba la vuelta a las Escrituras, escrito aproximadamente en el 770 por Anán ben David, fundador de la secta judía de los caraítas. Otro escritor importante del noveno periodo fue Saadia ben Josef ha-Gaón, autor de importantes obras teológicas y de una versión de gran parte de la biblia hebrea al árabe, así como de diversas obras poéticas. Los grandes centros de la cultura judía estuvieron, a principios de este periodo, en el Norte de África y posteriormente se desplazaron hacia occidente, alcanzándose en la España medieval la edad de oro de la literatura poética, científica y religiosa de los judíos.
Escritores judíos en la España medieval
Entre el séptimo periodo y el octavo (1040-1204) destacaron tanto en los reinos cristianos como en al-Andalus. En este ambiente cultural, el más elevado del mundo occidental de esos siglos, se sientan las bases de la poesía hebrea moderna.
Menahem ben Sarug (910-970), nacido en Tortosa, y Dunas ibn Labrit, poeta andalusí, fueron los máximos representantes de sendas escuelas gramaticales. Discípulo del segundo fue Samuel ibn Nagrella (993-1055), notable poeta que llegó a ser visir de Granada. Filósofo y poeta notabilísimo fue Selomó ibn Gabirol (1020-1058), que desarrolló su actividad en Zaragoza. Allí vivió también el filósofo y poeta Bahya ibn Paguda (1040-1110). Coetáneos suyos fueron los dos grandes poetas Moshé ibn Ezra (1055-1135) y Yehuda ha-Leví. Grandes polígrafos fueron Abraham ibn Ezra (1092-1167) y Maimónides, quienes dejaron muestras de su erudición en el campo del derecho, la filosofía, las matemáticas o la medicina. A Maimónides se debe una obra capital en el campo de la filosofía y la religión judías, la Guía de los perplejos, escrita inicialmente en árabe y más tarde traducida al hebreo.
Otros escritores europeos
El noveno periodo (1204-1492) también incluye destacados estudiosos en España, aunque el centro cultural se desplaza hacia Portugal, Provenza, Italia y Alemania. Los tratados filosóficos y éticos fueron sustituidos por escritos místicos, entre los cuales destacó la gran obra caba

La LITERATURA HEBREA antigua tiene una obra fundamental en LA BIBLIA, de la que se deriva la doctrina del cristianismo, que considera al Antiguo Testamento como revelado por Dios.
El núcleo de La Biblia es la TORAH, "la Enseñanza", formada por el Pentateuco (o "los Cinco Libros") : GÉNESIS, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, cuya redacción se atribuía a Moisés, aunque en realidad sea la obra de un número indeterminado de autores de distintas épocas, muy alejadas entre sí.
El Génesis narra la creación del mundo y del hombre.
El Éxodo cuenta la marcha trashumante de los hebreos durante muchos años, desde la salida de Egipto hasta alcanzar la Tierra Prometida.
En el Levítico se dan normas para la conducta, contiene preceptos jurídicos y administrativos que impartían los sacerdotes (de la tribu de Leví, o levitas).
El libro de los Números y el Deuteronomio aseguran la pureza de la genealogía hebrea a través de libros estadísticos, porque dentro de ella ha de nacer el Mesías ("el salvador") tal como aseguraran los profetas (Ezequiel, Daniel, Jeremías, Isaías...).

Otros libros importantes son el de los Jueces y el Libro de los Reyes, que se refieren a la organización histórica de los judíos. En el libro de los Proverbios y en el Eclesiastés aparecen reflexiones morales. Habría que añadir poemas de exaltación religiosa, como los Salmos, atribuidos al rey David, o también el famoso poema extenso Cantar de los Cantares, del rey Salomón, una recopilación de cantos amorosos y nupciales.
Las manifestaciones más antiguas de esta literatura son los libros sagrados que forman el Antiguo Testamento y que han sido traducidas, en el conjunto de las Sagradas Escrituras, a casi todos los idiomas y editadas infinidad de veces. Por ello, se convirtieron en la obra más difundida del mundo.

Los textos del Antiguo Testamento, redactados entre el siglo XV hasta el II a. de C.; junto con los del Nuevo Testamento, escritos en griego, forman la Biblia, que en dicho idioma significa "los libros".

Junto a los libros históricos, como el Génesis, atribuido a Moisés, o los de los Jueces y los Macabeos, sobre la historia del pueblo judío, se hallan relatos de sucesos particulares, como el de Ester. 

También encontramos los Salmos en formato cantado y el Cantar de los Cantares atribuido a Salomón y cargado de sensibilidad. 

La literatura hebrea después de la Biblia está compuesta de varios textos apócrifios y por comentarios al Antiguo Testamento. Las obras más importantes, escritas en el siglo II d. de C. son la Misnah (repetición), ordenación de los preceptos de la ley hebraica, y el Talmud (enseñanza) examen crítico de las fuentes bíblicas, con narraciones breves intercaladas. Existen dos ediciones del Talmud: una hecha en Palestina y otra en Babilonia. 

La literatura hebrea en España.- Hasday ibn Shaprut (915-970) fue quien inició la literatura hebrea en España. Entre los primeros poetas hay que cita a Méname ibn Sharuq (910-970), excelente lexicógrafo; Dunash ibn Labrat (920-980), introductor de la métrica árabe en la poesía hebrea; y Samuel ibn Negrella (993-1056), visir del rey de la taifa de Granada, autor de poesías religiosas y profanas.

Las sucesivas invasiones de los almorávides y de los almohades en los territorios musulmanes, así como el crecimiento del sentimiento antijudío en los reinos cristianos, provocan la decadencia de la literatura hebraicoespañola, que no cuenta desde el siglo XIII con figuras de relieve, aunque tuvo bastantes cultivadores.

Con la creación del Estado de Israel, en 1947, se da un nuevo impulso al estudio de la lengua y al cultivo de la literatura. A pesar de haber muchos escritores no ha tenido muchas difusión en el campo internacional. Sin embargo, algunos escritores como Samuel Josef Agnon (1888-1970), autor de retratos sobre la vida de los judíos en su Galitzia natal y sobre la colonización de Palestina y asentamiento del Estado de Israel, tuvieron éxito. Agnon obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1966.

Literatura latina

Roma continua la literatura griega ya que Grecia conquistó a Roma con su cultura. Los griegos desarrollaron una cultura y una literatura propias de un alto grado de civilización. Y los romanos se subieron al carro de su perfección. Los griegos comienzan su literatura de forma oral más o menos en el siglo VIII a. C, recogiendo la tradición de las épocas anteriores. Después de este origen genial, la literatura de la época arcaica y clásica permanece en la cima. Los propios autores se creen dependientes de la inspiración divina, del soplo de los dioses que baja de las montañas sagradas. Junto al Parnaso vive un elenco de autores que te presentamos:

-Los épicos: Homero y Hesíodo
-Los yámbicos: Arquíloco e Hiponacte
-Los trágicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides
-Los cómicos: Aristófanes y Epicarmo
-Los elegíacos: Calino y Mimnermo
-Los líricos: Alceo, Safo, Simónides, Píndaro
-Los oradores: Demóstenes, Lisías, Isócrates
-Los historiadores: Herodoto, Tucídides, Jenofonte
-Los filósofos: Platón y Aristóteles

Aristóteles es el encargado de sentar las bases de la literatura del mundo antiguo defendiendo la tradición, la imitación de los grandes modelos, manteniendo unos cánones, unos moldes considerados ideales. Se explota la simetría, la contención, la redondez de las formas. Se busca la perfección.

Después, la época helenística destacan los poetas Calímaco, Teócrito, Apolonio, Menandro, Arato, o los prosistas Polibio y Eratóstenes. La literatura romana comienza bastante tarde, unos cinco siglos después del origen de Roma, cuando ella comienza a extenderse fuera de la península itálica. De este modo, podemos establecer cuatro etapas: preclásica o arcaica, clásica o áurea, postclásica o argentea y decadente o final.

La etapa clásica se centra en el siglo que va desde el segundo cuarto del siglo I a. C. y el primer cuarto del siglo I d. C. Roma es la cabeza de un vasto Imperio y se prepara para ser digna de ello. La capital es centro cultural del mundo y se desarrolla una gran actividad educativa, marcada por la cultura griega y los maestros griegos.
Literatura hebrea, literatura escrita por judíos en hebreo, y por extensión, algunas obras teológicas y científicas traducidas del hebreo por eruditos judíos. Existe desde el siglo XII a.C.

El hebreo era la lengua literaria principal de los judíos hasta el siglo XIX, momento en que empezaron a utilizar las lenguas europeas para escribir obras de erudición judía, y el yidish se convirtió en vehículo de expresión literaria. Para los escritos de los autores en yidish, véase Literatura yidish. Desde que el hebreo se convirtió en lengua oficial de Israel, en 1948, se han escrito en este idioma muchas obras tanto de ficción como de no ficción.

LAS ESCRITURAS

La literatura hebrea se puede dividir cronológicamente en doce periodos. La literatura hebrea antigua está formada principalmente por el Antiguo Testamento y los tres primeros periodos de la literatura estuvieron dedicados a la redacción de varias partes del Antiguo Testamento. En el primer periodo, que se extiende desde los primeros tiempos hasta el año 950 a.C., se escribió casi toda la parte poética del Antiguo Testamento. Entre los siglos X y VI a.C. se pusieron por escrito los libros que integran el Pentateuco o Torá, quedando así fijados unos textos que —al igual que en el resto del Antiguo Testamento— se habían venido trasmitiendo oralmente de generación en generación. Conviene recordar, no obstante, que los manuscritos más antiguos conservados son de época muy posterior. Al segundo periodo (c. 950-586 a.C.) pertenecen la mayor parte de narraciones históricas relativas a los reinos de Israel y Judá, algunos de los Salmos, y los oráculos de algunos profetas. Durante el tercer periodo (586-165 a.C.) se escribieron los libros conocidos en la biblia hebrea como ketubim (hagiógrafos), específicamente Eclesiastés, Job, Proverbios, y gran parte de los Salmos. Muchos escritos apócrifos (deuterocanónicos según la denominación en las biblias católicas) también pertenecen a esta época y gran parte del Antiguo Testamento fue traducido del hebreo al griego por eruditos judíos residentes en Egipto (véase Biblia).

En el cuarto periodo (165 a.C.-135 d.C.), el Midras, que se había empezado a escribir durante la cautividad de Babilonia, se dividió en dos partes, la Halajá y la Hagadá, por medio de las cuales se trataron temas teológicos y éticos, utilizando historias y anécdotas. Entre otras obras de esta época hay que citar los Escritos apocalípticos del Antiguo Testamento, incluidos los atribuidos a Moisés, al profeta Daniel, al patriarca Enoch, y al predicador y reformista Esdras; los Manuscritos del Mar Muerto, atribuidos a la comunidad monástica de los esenios; y los escritos del historiador Flavio Josefo. A este periodo pertenecen los targumim o versiones del Antiguo Testamento al arameo, idioma de uso común entre los judíos de esa época. Véase también Targum.

EL TALMUD

El mayor logro durante el quinto periodo (135-475) fue el Talmud. Se terminó la versión conocida como el Talmud de Palestina y comenzó a elaborarse la versión más importante del llamado Talmud babilónico. En el sexto periodo (470-740) se terminó el Talmud babilónico, se reunieron las primeras narraciones denominadas Haggadot (plural de Hagadá) y se creó la Masora, es decir, las anotaciones realizadas por ciertos rabinos al texto hebreo de las Escrituras.

En el séptimo periodo (740-1040), se recopilaron los primeros libros hebreos de oraciones (c. 880), y se escribió el primer diccionario del Talmud (c. 900). En esta época apareció el Séfer ha-Mitzwot (El libro de los Preceptos), que pregonaba la vuelta a las Escrituras, escrito aproximadamente en el 770 por Anán ben David, fundador de la secta judía de los caraítas. Otro escritor importante del noveno periodo fue Saadia ben Josef ha-Gaón, autor de importantes obras teológicas y de una versión de gran parte de la Biblia hebrea al árabe, así como de diversas obras poéticas. Los grandes centros de la cultura judía estuvieron, a principios de este periodo, en el Norte de África y posteriormente se desplazaron hacia occidente, alcanzándose en la España medieval la edad de oro de la literatura poética, científica y religiosa de los judíos.

En el décimo periodo (1492-1755) teólogos, filósofos, como Baruch Spinoza, historiadores, matemáticos, poetas, comentaristas de la Biblia y lexicógrafos judíos escribieron muchas obras en hebreo y en lenguas europeas.

El undécimo periodo (1755-1880) destaca por la obra de Mosé Mendelssohn, que con sus esfuerzos por dar a conocer la cultura occidental a los judíos de Europa Central, inició un movimiento conocido por la Haskalá (Ilustración). Retractor del uso del yidish, Mendelssohn y sus seguidores fomentaron el uso del hebreo, así como el de las lenguas europeas de los países donde residían sus correligionarios. Una de las primeras revistas literarias modernas en hebreo, Meassef (El Coleccionista) fue publicada por el círculo de Mendelssohn. Entre otros eruditos hebr

generos literarios

mapa conceptual de la literatura hebrea